Entusiasmada por mi trabajo, aprendo con rapidez nuevas ideas y conceptos; me gusta desarrollar soluciones creativas e innovadoras.
Soy una mujer emprendedora que disfruta los retos, gusto del estudio, autodidacta por naturaleza,responsable, dinámica, con aspiraciones, deseos de superación y metas basadas en el logro de objetivos. Pongo especial atención en los detalles.

lunes, 25 de septiembre de 2017

El funcionalismo estadounidense allanó el camino para el conductismo clásico que fundó John Broadus Watson. Al hacer hincapié en la conducta adaptativa y rechazar el sujetismo que estaba presente en la primera psicología funcional, Watson se proponía liberar a la psicología de una vez por todas, de los últimos vestigios de "la psicología de los estados de conciencia". Watson proclamaba autoconscientemente una doctrina radical de psicología. Incorporó el reflejo condicionado en su esquema como principio combinatorio objetivo, substituyendo con él la ciega "asociación de ideas" mentalistas. Hacia 1920, los psicólogos estadounidenses, bajo la influencia de Watson, comenzaron a basar la explicación de aprendizaje en el reflejo condicionado como el mecanismo esencial para la modificación de la conducta.
Su filosofía básica.                

La psicología, tal como el conductista la ve, es una rama puramente objetiva y experimental de las ciencias naturales. Su objetivo teórico es la predicción y el control de la conducta. La introspección no es parte esencial de sus métodos ni depende el valor científico de sus datos de la prontitud con la que se presten a interpretación en términos de conciencia. El conductista, en sus esfuerzos por lograr un esquema unitario de la respuesta del animal, no reconoce divisoria entre el hombre y éste. La conducta del hombre, con todos sus refinamientos y complejidad, es sólo una parte del esquema total de investigación del conductista.     (Watson,1913)

 La primera fase sitúa directamente la psicología en el esquema de las cosas como una rama de las ciencias naturales, lo que la conduce a los métodos experimentales objetivos de las ciencias naturales. En consecuencia, la introspección como método y la conciencia como objeto deben rechazarse. El objeto de la psicología científica era la formulación de una teoría que permitiese la predicción exacta y que fuese lo suficientemente general para abarcar todos los organismos (no sólo al hombre).
Podemos asumir tanto la presencia como la ausencia de la conciencia en cualquier punto de la escala filogenética, sin afectar en un ápice o una tilde los problemas de la conducta, y sin influir en modo alguno la manera de arrancarlos experimentalmente. Por otra parte, yo no puedo suponer por un momento que él permaneció responde a la luz, que la rata aprende un problema más rápidamente si trabaja en la tarea cinco veces al día que si trabaja una vez al día, o que el niño muestra mejoras en sus curvas de aprendizaje. Estas son cuestiones que conciernen vitalmente a la conducta y que deben decidirse mediante la observación directa en condiciones experimentales. 

En este cuadro de referencia se desplazó al hombre del foco de atención tradicional de la psicología para substituirlo por el "organismo". De un audaz plumazo, Watson destruyó el dualismo cartesiano mente-cuerpo, aboliendo la mente, y con ella el antiguo problema filosófico de la relación entre los dos términos.

Concibió al psicólogo como conductista, totalmente comprometido con los supuestos, métodos y procedimientos de las otras ciencias. No había necesidad de introducir nada extra, especialmente diseñado para la psicología. Una vez que se abandonó el dualismo, la psicología podía descansar, sin más, en los artículos de fe del científico. Watson creía que era posible definir la psicología como la ciencia de la conducta y no apartarse nunca de este principio definitorio haciendo referencia a términos mentalistas. Creía que esto podría llevarse a cabo en términos de estímulo y respuesta, junto con un principio de aprendizaje de la formación de hábitos.

La psicología que yo trataría de construir tomaría como punto de partida, en primer lugar, el hecho observable de que el organismo, tanto el hombre como el animal, deben adaptarse al medio ambiente mediante lo que poseen por herencia y hábito. Estas adaptaciones pueden ser muy adecuadas o tan inadecuadas que el organismo apenas mantenga su existencia; en segundo lugar, que ciertos estímulos hacen que los organismos respondan. En un sistema psicológico completamente elaborado, una vez dada la respuesta se puede adivinar el estímulo; dado el estímulo se puede predecir la respuesta. Este conjunto de proposiciones es liso y llano en extremo, como deben ser todas estas generalizaciones, pero no más que las que aparecen en los textos actuales de psicología.

Watson adoptó, pues, un enfoque riguroso en términos de estímulo respuesta (E-R) para explicar la conducta. Las respuestas debían explicarse, por su relación de dependencia, con rasgos observables de la estimulación. La estimulación, en el concepto de Watson, pasó a considerarse como exógena (de origen externo) lo que hizo que su concepción fuera marcadamente ambientalista. Algunos de sus primero experimentos con animales en laberintos dieron preeminencia al sentido ciestésico (músculo), pero en general hizo hincapié en la instigación exteroceptiva de las respuestas manifiestas. 

Toda la conducta tenía que explicarse en términos de relaciones estímulo- respuesta, y las generalizaciones relativas a la conducta debían basarse en la observación experimental objetiva. Los reflejos ya existentes al nacer, se elaboran simplemente por condicionamiento, para extender el potencial conductual del organismo. La conducta más compleja era un problema de formación e integración de hábitos concebidos como disposiciones adquiridas de conexiones estímulo-respuesta complejas.

 Tal concepción lo liberó de todo mentalismo. La percepción podía manipularse (sin referencia a la conciencia) como "conducta descriminativa"; la psicología física podía aceptarse tomando el "informe verbal"  como una forma de conducta manifiesta; al pensamiento se le daba un mecanismo motor  en forma de "discurso subvocal".

Watson mismo estaba consciente de la posibilidad de que su conductismo sufriese un cambio substancial como resultado de la evaluación crítica, puesto que en el prefacio de la segunda edición de la obra psichology dice: "Desde 1919, cuando por primera vez se publicó este libro, el conductismo ha sufrido una evaluación emocional y lógica. Pero aún no se decide que se vuelva sistema dominante en psicología o siga siendo meramente un enfoque metodológico."


lunes, 18 de septiembre de 2017


Carl Rogers nació el 8 de enero de 1902 en Oak Park, Illinois, un suburbio de Chicago, siendo el cuarto de seis hijos. Su padre fue un exitoso ingeniero civil y su madre ama de casa y devota cristiana. Su educación comenzó directamente en segundo grado, ya que sabía leer incluso antes de entrar en parvulario.
Cuando Carl tenía 12 años, su familia se trasladó a 30 millas al oeste de Chicago, y sería aquí donde pasaría su adolescencia. Con una estricta educación y muchos deberes, Carl sería más bien solitario, independiente y auto-disciplinado.
Fue a la Universidad de Wisconsin a estudiar agricultura. Más tarde, se cambiaría a religión para ser religioso. Durante esta época, fue uno de los 10 elegidos para visitar Beijing para el“World Student Christian Federation Conference” por 6 meses. Carl nos comenta que esta experiencia amplió tanto su pensamiento que empezó a dudar sobre algunas cuationes básicas de su religión.
Después de graduarse, se casó con Helen Elliot (en contra de los deseos de sus padres), se mudó a Nueva York y empezó a acudir al Union Theological Seminary, una famosa institución religiosa liberal. Aquí, tomó un seminario organizado de estudiantes llamado “Why am I entering the ministry?” Debería decirles que, a menos que quieran cambiar de carrera, nunca deberían asistir a un seminario con tal título. Carl nos cuenta que la mayoría de los participantes “pensaron en salirse inmediatamente del trabajo religioso”.
La pérdida en la religión sería, por supuesto, la ganancia de la psicología: Rogers se cambió al programa de psicología clínica de la Universidad de Columbia y recibió su PhD en 1931. No obstante, Rogers ya había empezado su trabajo clínico en la Rochester Society for the Prevention of Cruelty to Children (Sociedad Rochester para la Prevención de la Crueldad en los Niños). En esta clínica, aprendería la teoría y aplicaciones terapéuticas de Otto Rank, quien le incitaría a coger el camino del desarrollo de su propia teoría.
En 1940, se le ofreció la cátedra completa en Ohio. Dos años más tarde, escribiría su primer libro “Counseling and Psychotherapy”.(Todos los títulos de sus libros en castellano, lo situaremos al final del capítulo. N.T.). Más tarde, en 1945 fue invitado a establecer un centro de asistencia en la Universidad de Chicago. En este lugar, en 1951, publicó su mayor trabajo, la Terapia Centrada en el Cliente, donde hablaría de los aspectos centrales de su teoría.
En 1957, volvió a enseñar en su alma mater, la Universidad de Wisconsin. Desafortunadamente, en ese momento había serios conflictos internos en el Departamento de Psicología, lo que motivó que Rogers se desilusionara mucho con la educación superior. En 1964, aceptó feliz una plaza de investigador en La Jolla, California. Allí atendía terapias, dio bastantes conferencias y escribió, hasta su muerte en 1987.


Teoría
La teoría de Rogers es de las clínicas, basada en años de experiencia con pacientes. Rogers comparte esto con Freud, por ejemplo, además de ser una teoría particularmente rica y madura (bien pensada) y lógicamente construida, con una aplicación amplia.
Sin embargo, no tiene nada que ver con Freud en el hecho de que Rogers considera a las personas como básicamente buenas o saludables, o por lo menos no malas ni enfermas. En otras palabras, considera la salud mental como la progresión normal de la vida, y entiende la enfermedad mental, la criminalidad y otros problemas humanos, como distorsiones de la tendencia natural. Además, tampoco tiene que ver con Freud en que la teoría de Rogers es en principio simple.
En este sentido, no es solo simple, sino incluso ¡elegante! En toda su extensión, la teoría de Rogers está construida a partir de una sola “fuerza de vida” que llama la tendencia actualizante. Esto puede definirse como una motivación innata presente en toda forma de vida dirigida a desarrollar sus potenciales hasta el mayor límite posible. No estamos hablando aquí solamente de sobreviviencia: Rogers entendía que todas las criaturas persiguen hacer lo mejor de su existencia, y si fallan en su propósito, no será por falta de deseo.
Rogers resume en esta gran única necesidad o motivo, todos los otros motivos que los demás teóricos mencionan. Nos pregunta, ¿por qué necesitamos agua, comida y aire?; ¿por qué buscamos amor, seguridad y un sentido de la competencia? ¿por qué, de hecho, buscamos descubrir nuevos medicamentos, inventar nuevas fuentes de energía o hacer nuevas obras artísticas?. Rogers responde: porque es propio de nuestra naturaleza como seres vivos hacer lo mejor que podamos.
Es importante en este punto tener en cuenta que a diferencia de cómo Marlow usa el término, Rogers lo aplica a todas las criaturas vivientes. De hecho, algunos de sus ejemplos más tempranos ¡incluyen algas y hongos! Piénsese detenidamente. ¿No nos sorprende ver cómo las enredaderas se buscan la vida para meterse entre las piedras, rompiendo todo a su paso; o cómo sobreviven los animales en el desierto o en el gélido polo norte, o cómo crece la hierba entre las piedras que pisamos?
También, el autor aplica la idea a los ecosistemas, diciendo que un ecosistema como un bosque, con toda su complejidad, tiene mucho mayor potencial de actualización que otro simple como un campo de maíz. Si un simple bichito se extinguiese en un bosque, surgirán otras criaturas que se adaptarán para intentar llenar el espacio; por otro lado, una epidemia que ataque a la plantación de maíz, nos dejará un campo desierto. Lo mismo es aplicable a nosotros como individuos: si vivimos como deberíamos, nos iremos volviendo cada vez más complejos, como el bosque y por tanto más flexiblemente adaptables a cualquier desastre, sea pequeño o grande.
No obstante, las personas, en el curso de la actualización de sus potenciales, crearon la sociedad y la cultura. En sí mismo esto no parece un problema: somos criaturas sociales; está en nuestra naturaleza. Pero, al crear la cultura, se desarrolló una vida propia. En vez de mantenerse cercana a otros aspectos de nuestras naturalezas, la cultura puede tornarse en una fuerza con derecho propio. Incluso, si a largo plazo, una cultura que interfiere con nuestra actualización muere, de la misma manera moriremos con ella.
Entendámonos, la cultura y la sociedad no son intrínsecamente malas. Es un poco como los pájaros del paraíso de Papúa en Nueva Guinea. El llamativo y colorido plumaje de los machos aparentemente distrae a los depredadores de las hembras y pequeños. La selección natural ha llevado a estos pájaros a cada vez más y más elaboradas alas y colas, de forma tal que en algunas especies no pueden ni siquiera alzar el vuelo de la tierra. En este sentido y hasta este punto, no parece que ser muy colorido sea tan bueno para el macho, ¿no? De la misma forma, nuestras elaboradas sociedades, nuestras complejas culturas, las increíbles tecnologías; esas que nos han ayudado a prosperar y sobrevivir, puede al mismo tiempo servirnos para hacernos daño e incluso probablemente a destruirnos.
Detalles
Rogers nos dice que los organismos saben lo que es bueno para ellos. La evolución nos ha provisto de los sentidos, los gustos, las discriminaciones que necesitamos: cuando tenemos hambre, encontramos comida, no cualquier comida, sino una que nos sepa bien. La comida que sabe mal tiende a ser dañina e insana. Esto es lo que los sabores malos y buenos son: ¡nuestras lecciones evolutivas lo dejan claro! A esto le llamamos valor organísmico.
Rogers agrupa bajo el nombre de visión positiva a cuestiones como el amor, afecto, atención, crianza y demás. Está claro que los bebés necesitan amor y atención. De hecho, muy bien podría morirse sin esto. Ciertamente, fallarían en prosperar; en ser todo lo que podrían ser.
Otra cuestión, quizás exclusivamente humana, que valoramos es la recompensa positivo de uno mismo, lo que incluye la autoestima, la autovalía y una imagen de sí mismo positiva. Es a través de los cuidados positivos de los demás a lo largo de nuestra vida lo que nos permite alcanzar este cuidado personal. Si esto, nos sentimos minúsculos y desamparados y de nuevo no llegamos a ser todo lo que podríamos ser.
De la misma forma que Maslow, Rogers cree que si les dejamos a su libre albedrío, los animales buscarán aquello que es lo mejor para ellos; conseguirán la mejor comida, por ejemplo, y la consumirán en las mejores proporciones posible. Los bebés también parecen querer y gustar aquello que necesitan. Sin embargo, a todo lo largo de nuestra historia, hemos creado un ambiente significativamente distinto de aquel del que partimos. En este nuevo ambiente encontramos cosas tan refinadas como el azúcar, harina, mantequilla, chocolate y demás que nuestros ancestros de África nunca conocieron. Esta cosas poseen sabores que parecen gustar a nuestro valor organísmico, aunque no sirven para nuestra actualización. Dentro de millones de años, probablemente logremos que el brócoli nos parezca más apetitoso que el pastel de queso, pero para entonces no lo veremos ni tu ni yo.
Nuestra sociedad también nos reconduce con sus condiciones de valía . A medida que crecemos, nuestros padres, maestros, familiares, la “media” y demás solo nos dan lo que necesitamos cuando demostremos que lo “merecemos”, más que porque lo necesitemos. Podemos beber sólo después de clase; podemos comer un caramelo sólo cuando hayamos terminado nuestro plato de verduras y, lo más importante, nos querrán sólo si nos portamos bién.
El lograr un cuidado positivo sobre “una condición” es lo que Rogers llama recompensa positiva condicionada. Dado que todos nosotros necesitamos de hecho esta recompensa, estos condicionantes son muy poderosos y terminamos siendo sujetos muy determinados no por nuestros valores organísmicos o por nuestra tendencia actualizante, sino por una sociedad que no necesariamente toma en cuenta nuestros intereses reales. Un “buen chico” o una “buena chica” no necesariamente es un chico o una chica feliz.
A medida que pasa el tiempo, este condicionamiento nos conduce a su vez a tener una autovalía positiva condicionada. Empezamos a querernos si cumplimos con los estándares que otros nos aplican, más que si seguimos nuestra actualización de los potenciales individuales. Y dado que estos estándares no fueron creados tomando en consideración las necesidades individuales, resulta cada vez más frecuente el que no podamos complacer esas exigencias y por tanto, no podemos lograr un buen nivel de autoestima.
Incongruencia
La parte nuestra que encontramos en la tendencia actualizadora, seguida de nuestra valoración organísmica, de las necesidades y recepciones de recompensas positivas para uno mismo, es lo que Rogers llamaría el verdadero yo (self) . Es éste el verdadero “tú” que, si todo va bien, vas a alcanzar.
Por otro lado, dado que nuestra sociedad no está sincronizada con la tendencia actualizante y que estamos forzados a vivir bajo condiciones de valía que no pertenecen a la valoración organísmica, y finalmente, que solo recibimos recompensas positivas condicionadas, entonces tenemos que desarrollar un ideal de sí mismo (ideal del yo) . En este caso, Rogers se refiere a ideal como algo no real; como algo que está siempre fuera de nuestro alcance; aquello que nunca alcanzaremos.
El espacio comprendido entre el verdadero self y el self ideal; del “yo soy” y el “yo debería ser” se llama incongruencia . A mayor distancia, mayor será la incongruencia. De hecho, la incongruencia es lo que esencialmente Rogers define como neurosis: estar desincronizado con tu propio self. Si todo esto les suena familiar, es porque ¡precisamente es de lo que habla Karen Horney!
Defensas
Cuando te encuentras en una situación donde existe una incongruencia entre tu imagen de ti mismo y tu inmediata experiencia de ti mismo (entre tu Ideal del yo y tu Yo) (a partir de este momento utilizaremos indistintamente los conceptos de Ideal del Self, Ideal del Yo, Yo ideal, etc. Para definir de forma más simple el mismo concepto exclusivamente con fines docentes, aún sabiendo que estos conceptos son etimológicamente distintos según las distintas escuelas psicológicas. N.T.) , te encontrarás en una situación amenazante. Por ejemplo, si te han enseñado a que te sientas incómodo cuando no saques “A” en todos tus exámenes, e incluso no eres ese maravilloso estudiante que tus padres quieren que seas, entonces situaciones especiales como los exámenes, traerán a la luz esa incongruencia; los exámenes serán muy amenazantes. 
Cuando percibes una situación amenazante, sientes ansiedad . La ansiedad es una señal que indica que existe un peligro potencial que debes evitar. Una forma de evitar la situación es, por supuesto, poner “pies en polvorosa” y refugiarte en las montañas. Dado que esta no debería ser una opción muy frecuente en la vida, en vez de correr físicamente, huimos psicológicamente, usando las defensas .
La idea rogeriana de la defensa es muy similar a la descrita por Freud, exceptuando que Rogers la engloba en un punto de vista perceptivo, de manera que incluso los recuerdos y los impulsos son formas de percepción. Afortunadamente para nosotros, Rogers define solo dos defensas: negación y distorsión perceptiva.
La negación significa algo muy parecido a lo que significa en la teoría freudiana: bloqueas por completo la situación amenazante. Un ejemplo sería el de aquel que nunca se presenta a un exámen, o que no pregunta nunca las calificaciones, de manera que no tenga que enfrentarse a las notas finales (al menos durante un tiempo). La negación de Rogers incluye también lo que Freud llamó represión: si mantenemos fuera de nuestra consciencia un recuerdo o impulso (nos negamos a recibirlo), seremos capaces de evitar la situación amenazante (otra vez, al menos por el momento).
La distorsión perceptiva es una manera de reinterpretar la situación de manera que sea menos amenazante. Es muy parecida a la racionalización de Freud. Un estudiante que está amenazado por las calificaciones y los exámenes puede, por ejemplo, culpar al profesor de que enseña muy mal, o es un “borde”, o de lo que sea. (Aquí también intervendría la proyección como defensa – según Freud- siempre y cuando el estudiante no se crea además capaz de superar exámenes por inseguridad personal. N.T.) El hecho de que en efecto existan malos profesores, hace que la distorsión sea más efectiva y nos pone en un aprieto para poder convencer a este estudiante de que los problemas son suyos, no del profesor. También podría darse una distorsión mucho más perceptiva como cuando uno “ve” la calificación mejor de lo que realmente es.
Desafortunadamente, para el pobre neurótico (y de hecho, para la mayoría de nosotros), cada vez que usa una defensa, crea una mayor distancia entre lo real y lo ideal. Se va tornando cada vez más incongruente, encontrándose cada vez más en situaciones amenazantes, desarrollando mayores niveles de ansiedad y usando cada vez más y más defensas...se vuelve un círculo vicioso que eventualmente será imposible de salir de él, al menos por sí mismo. 
 
Rogers también aporta un explicación parcial para la psicosis : ésta surge cuando “se rebosa el caldero”; cuando las defensas se sobresaturan y el mismo sentido del self (la propia sensación de identidad) se “esparce” en distintas piezas desconectadas entre sí. Su propia conducta tiene poca consistencia y estabilidad de acuerdo con esto. Le vemos cómo tiene “episodios psicóticos”; episodios de comportamientos extraños. Sus palabras parecen no tener sentido. Sus emociones suelen ser inapropiadas. Puede perder su habilidad para diferenciar el self del no-self y volverse desorientado y pasivo.

La persona Funcional al completo
Como Maslow, Rogers solo se interesa por describir a la persona sana. Su término es funcionamiento completo y comprende las siguientes cualidades:
  1. Apertura a la experiencia. Esto sería lo opuesto a la defensividad. Es la percepción precisa de las experiencia propias en el mundo, incluyendo los propios sentimientos. También comprende la capacidad de aceptar la realidad, otra vez incluyendo los propios sentimientos. Los sentimientos son una parte importante de la apertura puesto que conllevan a la valoración organísmica. Si no puedes abrirte a tus propios sentimientos, no podrás abrirte a la actualización. La parte difícil es, por supuesto, distinguir los sentimientos reales de aquellos derivados de la ansiedad subsecuente a cuestione sde valía personal.
  1. Vivencia existencial. Esto correspondería a vivir en el aquí y ahora. Rogers, siguiendo su tendencia a mantenerse en contacto con la realidad, insiste en que no vivimos en el pasado ni en el futuro; el primero se ha ido y el último ni siquiera existe. Sin embargo, esto no significa que no debamos aprender de nuestro pasado, ni que no debamos planificar o ni siquiera soñar despiertos con el futuro. Simplemente, debemos reconocer estas cosas por lo que son: memorias y sueños, los cuales estamos experimentando ahora, en el presente.
  1. Confianza organísmica. Debemos permitirnos el dejarnos guiar por los procesos de evaluación o valoración organísmica. Debemos confiar en nosotros, hacer aquello que creemos que está bién; aquello que surge de forma natural. Esto, como imagino que podrán observar, se ha convertido en uno de los puntos espinosos de la teoría rogeriana. La gente diría: “sí, no hay problema, haz lo que te surja”; o sea, si eres un sádico, haz daño a los demás; si eres un masoquista, hazte daño; si las drogas o el alcohol te hacen feliz, ve a por ello; si estás deprimido, suicídate...Desde luego esto no nos suena a buenos consejos. De hecho, mucho de los excesos de los sesenta y setenta fueron debidos a esta actitud. Pero a lo que Rogers se refiere es a la confianza en el propio yo; en el sí mismo real y la única manera que tienes para conocer lo que es verdaderamente tu self es ¡abriéndote a la experiencia y viviendo de forma existencialista! En otras palabras, la confianza organísmica asume que está en contacto con la tendencia actualizante.
  1. Libertad experiencial. Rogers pensaba que era irrelevante que las personas tuvieran o no libre albedrío. Nos comportamos como si lo tuviéramos. Esto no quiere decir, por supuesto, que somos libres para hacer lo que nos dé la gana: estamos rodeados de un universo determinista, de manera que aunque bata las alas tanto como pueda, no volaré como Superman. Realmente lo que significa es que nos sentimos libres cuando se nos brindan las oportunidades. Rogers dice que la persona que funciona al cien por cien reconoce ese sentimiento de libertad y asume las responsabilidades de sus oportunidades.
  1. Creatividad. Si te sientes libre y responsable, actuarás acorde con esto y participarás en el mundo. Una persona completamente funcional, en contacto con la actualización se sentirá obligada por naturaleza a contribuir a la actualización de otros. Esto se puede hacer a través de la creatividad en las artes o en las ciencias, a través de la preocupación social o el amor paternal, o simplemente haciendo lo mejor posible el trabajo propio. La creatividad de Rogers es muy parecida a la generatividad de Erikson.
Terapia
Carl Rogers es mejor conocido por sus contribuciones en el área terapéutica. Su terapia ha cambiado en un par de ocasiones de nombre a lo largo de su evolución: al principio la llamó no-directiva , ya que él creía que el terapeuta no debía guiar la paciente, pero sí estar ahí mientras el mismo llevaba el curso de su proceso terapéutico. A medida que maduró en experiencia, Carl se dio cuenta que mientras más “no-directivo” era, más influía a sus pacientes precisamente a través de esa postura. En  otras palabras, los pacientes buscaban una guía en el terapeuta y lo encontraban aunque éste intentara no guiarles.
De manera que cambió el nombre a centrada en el paciente (también llamada terapia centrada en el cliente. N.T.). Rogers seguía creyendo que el paciente era el que debía decir lo que estaba mal, hallar formas de mejorar y de determinar la conclusión de la terapia (aunque su terapia era “centrada en el paciente”, reconocía el impacto del terapeuta sobre el paciente). Este nombre, desafortunadamente, supuso una cachetada en la cara para otros terapeutas: ¿es que no eran la mayoría de las terapias “centradas en el paciente”?
Actualmente, a pesar de que los términos “no-directiva” y “centrada en el paciente” se mantienen, la mayoría de las personas simplemente le llaman terapia rogeriana. Una de las frases que Rogers utiliza para definir su terapia es “de apoyo, no reconstructiva” y se  apoya en la analogía de aprender a montar en bicicleta para explicarlo: cuando ayudas a un niño a aprender a montar en bici, simplemente no puedes decirle cómo, debe traralo por sí mismo. Y tampoco puedes estarle sujetando para siempre. Llega un punto donde sencillamente le dejas de sostener. Si se cae, se cae, pero si le agarras siempre, nunca aprenderá.
Es lo mismo en la terapia. Si la independencia (autonomía, libertad con responsabilidad) es lo que quieres que un paciente logre, no lo logrará si se mantiene dependiente de ti como terapeuta. Los pacientes deben experimentar sus introspecciones por sí mismos, en la vida cotidiana, fuera de la consulta de su terapeuta. Un abordaje autoritario en la terapia parece resultar fabuloso en la primera parte de la terapia, pero al final solo crea una persona dependiente.
Existe solo una técnica por la que los rogerianos son conocidos: el reflejo . El reflejo es la imagen de la comunicación emocional: si el paciente dice “¡me siento como una mierda!”, el terapeuta puede reflejar esto de vuelta diciéndole algo como “Ya. La vida le trata mal, ¿no?” Al hacer esto, el terapeuta le está comunicando al paciente que de hecho está escuchando y se está preocupando lo suficiente como para comprenderle.
También el terapeuta está permitiendo que el paciente se de cuenta de lo que él mismo está comunicando. Usualmente, las personas que sufren dicen cosas que no quieren decir por el hecho de que el sacarlas hacen sentir mejor. Por ejemplo, una vez una mujer entró en mi consulta y dijo “¡Odio a los hombres!” Le reflejé diciéndole: “¿Odia a todos los hombres?” Ella contestó: “Bueno, quizás no a todos” Ella no odiaba a su padre, ni a su hermano y por continuidad, ni a mí. Incluso con esos hombres a los que “odiaba”, se dio cuenta luego que en la gran mayoría de ellos no sentía hasta el punto de lo que la palabra “odio” implica. De hecho, mucho más adelante se percató de que lo que sentía era desconfianza hacia los hombres y de que tenía miedo de que le trataran como lo hizo un hombre en particular.
De todas formas, el reflejo debe usarse cuidadosamente. Muchos terapeutas novatos lo usan sin sentirlo o sin pensarlo, repitiendo como loros las frases que salen de la boca de sus pacientes. Luego creen que el cliente no se da cuenta, cuando de hecho se ha vuelto el estereotipo de la terapia rogeriana de la misma manera en que el sexo y la madre lo han hecho en la terapia freudiana. El reflejo debe surgir del corazón (genuino, congruente).  
Esto nos conduce a los famosos requerimientos que según Rogers debe presentar un terapeuta. Para ser un terapeuta especial, para ser efectivo, un terapeuta debe tener tres cualidades especiales:
  1. Congruencia. Ser genuino; ser honesto con el paciente.
  2. Empatía. La habilidad de sentir lo que siente el paciente.
  3. Respeto. Aceptación, preocupación positiva incondicional hacia el paciente.
Rogers dice que estas cualidades son “necesarias y suficientes”: si el terapeuta muestra estas tres cualidades, el paciente mejorará, incluso si no se usan “técnicas especiales”. Si el terapeuta no muestra estas tres cualidades, la mejoría será mínima, sin importar la cantidad de técnicas que se utilicen. Ahora bien, ¡esto es mucho pedir a un terapeuta! Simplemente son humanos, y con frecuencia bastante más “humanos” que otros. Es como ser más humanos dentro de la consulta que lo que normalmente somos. Estas características deben dejarse ver en la relación terapéutica.

Estamos de acuerdo con Rogers, aunque estas cualidades sean bastante demandantes. Algunas de las investigaciones sugieren que las técnicas no son tan importantes como la personalidad del terapeuta, y que, al menos hasta cierto punto, los terapeutas “nacen” , no se “hacen”.


sábado, 9 de septiembre de 2017

El conductismo es uno de los paradigmas más utilizados en el ámbito educativo. Su creador, J. B. Watson fundamentó su teoría con base en los experimentos de Pavlot y Thordike, quienes habían descubierto que los estímulos pueden provocar reacciones en animales. 

Sin embargo fue Skinner quien estableció toda una tradición conductista al determinar que sólo se pueden estudiar las conductas externas, ya que las reacciones internas son inobservables. En el área educativa partió del concepto de alumno como ente que responde de acuerdo a los estímulos recibidos, por lo tanto si se programan dichos estímulos se obtendrán los resultados deseados.

Hagamos un breve recorrido por el desarrollo del paradigma conductista, desde Watson, Thorndike, Skinner, hasta Meichenbaum con el método cognoscitivo conductual. John B. Watson escribió en 1913 el libro La psicología desde el punto de vista de un conductista donde propuso que la psicología no puede estudiar la conciencia por ser inobservable,  por lo tanto tenía que nombrar a la conducta como su objeto de estudio y como consecuencia utilizar métodos experimentales fundamentado en el empirismo que considera al hombre como una “tabla rasa”.

A  partir de estas ideas surgieron el conductismo asociacionista de E. Guthrie, el conductismo metodológico de C. L Hull, el conductismo intencional de E. L. Tolman y finalmente el conductismo operante de B. F. Skinner, incluido por los trabajos de Thorndike quien realizó su obra experimentando con gatos y estableció la Ley del Efecto: cualquier acto que produzca un efecto satisfactorio en una situación, tenderá a repetirse, de esta forma el aprendizaje es gradual y no fruto de una comprensión repentina.

De esta manera se le atribuye a Skinner la formulación del concepto del condicionamiento operante en 1953, también llamado análisis experimental de la conducta (AEC) que explica la conducta de los organismos con la ecuación antecedente-conducta-consecuencia. Las investigaciones de Skinner demostraron que una conducta puede ser modificada haciendo cambios en los antecedentes, las consecuencias o ambos. Una variante del AEC lo constituye el Análisis Conductual Aplicado (ACA).

     En sus primeros estudios Skinner se dedicó a indagar sobre las respuestas humanas, buscando los hechos reforzadores positivos o negativos que provocan su mantenimiento o consolidación.


 En el Análisis Conductual Aplicado (ACA), Skinner propuso especificar la conducta que ha de modificarse, su medición cuidadosa, el análisis de los antecedentes y los reforzadores de la conducta inapropiada o indeseable y la medición de los cambios.El conductismo en la educación. El término Modificación de la Conducta o (ACA) se desarrolla con un programación institucional eficaz basada en el análisis detallado de las respuestas de los alumnos y en el cómo serán reforzadas.

En su texto La Tecnología de la Enseñanza, (1970) Skinner dijo: "La enseñanza es simplemente la disposición de las contingencias de refuerzo". Consistente en depositar información basada en consecuencias positivas. Para esto se dispone del elogio, el moldeamiento y la práctica positiva.

 El elogio consiste en alabar al estudiante por su buen comportamiento especificando con claridad cuál es la conducta deseable; en el moldeamiento se refuerza el progreso en lugar de esperar la perfección; y en la práctica positiva es una estretegia que ayuda a los estudiantes a reemplazar una conducta por otra.

Para los conductistas la educación es uno de los recursos que emplea la sociedad para controlar la conducta humana. La escuela como tal tiene dos funciones esenciales: transmitir los valores y patrones culturales e innovar los mismos.

A pesar de que los conductistas conciben y desean promover un alumno activo, resulta obvio que el nivel de actividad del sujeto se ve fuertemente restringida por los arreglos contingenciales del profesor-programador, los cuales se establecen incluso antes de la situación instruccional. La participación del alumno, por tanto, está condicionada por las características prefijadas del programa por donde tiene que transitar para aprender. 

De esta manera un maestro eficaz debe ser capaz de manejar hábilmente, los recursos tecnológico-conductuales de este enfoque (principios, procedimientos, programas conductuales) para lograr con éxito niveles de eficiencia en su enseñanza y sobre todo en el aprendizaje de sus alumnos. Dentro de los principios deberá manejar de manera especial los referidos al reforzamiento positivo y evitar en la medida de lo posible el castigo.


     Las conductas indeseables serán abordadas con el reforzamiento negativo, la saciedad, las reprimendas y por último con el castigo. El reforzamiento negativo consiste en colocar al alumno en situaciones ligeramente desagradables de las que pueden escapar mejorando su conducta; la saciedad es obligar a estudiante a repetir la conducta indeseable hasta que se canse; la reprimenda es una crítica al mal comportamiento pero debe realizarse de manera privada y el castigo consiste en establecer actividades totalmente desagradables para erradicar el mal comportamiento.

    En el mismo tono que Skinner, el investigador J. Cruz explica que la enseñanza programada es una técnica instruccional que se caracteriza por: la definición explícita de los objetivos del programa, la presentación secuenciada de la información según la lógica de dificultad creciente, asociada al principio de complejidad acumulativa, la participación del estudiante, el reforzamiento inmediato de la información, la individualización, el registro de resultados y la evaluación continua.

A principios de los sesenta, se desarrolló una gran cantidad de experiencias y aplicaciones de programas de enseñanza las protagonistas fueron las máquinas de enseñanza y posteriormente los textos programados (en sus formas lineal, ramificada y matética),luego surgireron los Programas CAI/IAC. Como descendiente directo de la enseñanza programada surge uno de los entornos propuestos en el campo de la informática educativa impulsado principalmente por P. Suppes.

 Los programas de instrucción asistida por computadora (CAI/IAC) constituyen software y coursware educativo con los mismos rasgos que la enseñanza programada, también las técnicas y procedimientos de modificación de conducta en la educación formal y especial y  el denominado Plan Keller o Sistema de Instrucción Personalizada (SIP).

En los últimos años los psicólogos conductuales encontraron que el condicionamiento operante ofrece una explicación limitada del aprendizaje. Albert Bandura opina que las teorías conductuales tradicionales del aprendizaje son incompletas porque descuidan la influencia social, por lo que propuso la teoría del aprendizaje social que considera como de suma importancia los acontecimientos ambientales, los factores personales y las conductas.

Bandura establece una distinción entre el aprendizaje activo y el vicario, el primero consiste en aprender al hacer y experimentar la consecuencias de las acciones y el segundo en aprender observando a los otros. 

Los elementos de este tipo de aprendizaje son prestar atención, retener la información o las impresiones, generar conductas y estar motivados para repetirlas. Como posibles resultados del aprendizaje observacional Bandura registró: enseñar nuevas conductas y actitudes, promover la conducta actual, modificar inhibiciones, dirigir la atención y despertar emociones.

Actualmente el conductismo analiza el automanejo que es la utilización de los principios del aprendizaje conductual para cambiar la propia conducta. La meta es lograr que la gente sea capaz de educarse a sí misma, estableciendo sus propias metas y proporcionándose su propio reforzamiento.
   
El conductismo aparentemente logró un crecimiento en su concepto del objeto de estudio, ya que de considerar al hombre como un ente pasivo y moldeable, ahora lo coloca como un ser capaz de modificarse a sí mismo, de esta manera en el ámbito educativo la enseñanza ya no se enfocará a programar las respuestas de los estudiantes, sino a proporcionar los elementos necesarios para que sea el alumno quien decida hasta dónde aprender y suministrarse sus propias recompensas.


Al principio de esta conclusión mencioné la palabra aparente, porque en la práctica los profesores continúan la aplicación del conductismo clásico, promoviendo recompensas y castigos a las conductas de nuestros alumnos.

     

Querido Lector

El camino no ha sido fácil, pero la experiencia que gané es invaluable. Gracias por todo este tiempo trabajando juntos.