EL AUTOCONCEPTO Y EL DESARROLLO
COGNOSCITIVO
El auto-concepto es la imagen total de nuestros
rasgos y capacidades. Es “una construcción cognoscitiva, un sistema de
representaciones descriptivas y evaluativas acerca del Yo “que determina la
manera en que nos sentimos con nosotros mismos y guía nuestras acciones.
El sentido del yo también tiene un aspecto social:
los niños incorporan en su autoimagen su comprensión cada vez mayor de cómo los
ven los demás.
El auto concepto comienza a establecerse en los
niños pequeños, a medida que desarrollan la conciencia de sí mismos. Se hace
más claro conforme adquiere capacidades cognoscitivas y enfrenta las
tareas del desarrollo de la niñez.
Autoestima
El niño o niña que tiene una autoestima alta confía en sí mismo para enfrentar
los retos e iniciar nuevas actividades, confía en sus propias ideas, establece
sus propias metas, es curioso, hace preguntas, investiga y desea experimentar
cosas nuevas. Se describe a sí mismo de manera positiva y se muestra orgulloso
de su trabajo y sus logros. Se siente cómodo con los cambios, se adapta bien al
estrés, puede manejar la crítica y la burla y persevera ante la frustración.
El niño o
niña con una baja autoestima no confía en sus ideas, no se cree capaz de
iniciar actividades o enfrentar retos, no muestra curiosidad o interés por
explorar, sino que prefiere rezagarse y mirar, se retira y se sienta aparte de
los otros niños. Se describe a sí mismo en términos negativos y no se siente
orgulloso de su trabajo. Cuando se siente frustrado abandona con facilidad y
ante situaciones de estrés muestra un comportamiento inmaduro.
Por
tanto, la diferencia entre un niño con alta autoestima y otro con autoestima
baja parece estar en los deseos de explorar, niveles de confianza, curiosidad y
capacidad para adaptarse al cambio. Estos comportamientos son similares a los
que diferencian a los niños más pequeños con vínculos afectivos de seguridad e
inseguridad.
Comprensión y regulación de las
emociones
La
capacidad para entender y regular o controlar los sentimientos es uno de los
avances principales de la niñez temprana. Los niños que pueden entender sus
emociones pueden controlar mejor la manera en la que muestra y ser sensibles a
lo que los otros sienten. La autorregulación emocional ayuda a los niños a
guiar su conducta y contribuye a su habilidad para llevarse bien con otros.
Comprensión de emociones
contradictorias
Los niños
pequeños no conciben que puedan experimentar reacciones emocionales opuestas al
mismo tiempo. Las diferencias individuales en la comprensión de las emociones
contradictorias son evidentes a los tres años.
Comprensión de las emociones
dirigidas hacia el yo
Las
emociones dirigidas hacia el yo, como la culpa, la vergüenza y el orgullo, por
lo general se desarrollan hacia el final del tercer año, una vez que los niños
han adquirido conciencia de sí mismos y aceptan las normas de conducta
establecidas por sus padres. Sin embargo, a menudo, incluso los niños un poco
mayores carecen de la complejidad cognoscitiva necesaria para reconocer esas
emociones y qué las produce (Kestenbaum y Gelman, 1995).
Erikson: Iniciativa
frente culpa
La
necesidad de lidiar con sentimientos contradictorios acerca del yo está en el
centro de la tercera etapa del desarrollo de la personalidad identificada por
Erikson (1950): iniciativa frente a culpa. El conflicto surge del deseo cada
vez mayor de planear y realizar actividades y de los crecientes remordimientos
de conciencia ante ese deseo. Este conflicto marca una división entre dos
partes de la personalidad: aquella en la que se sigue siendo un niño, llena de
exuberancia y de deseo de intentar cosas nuevas y probar diferentes
competencias, y la parte que se está convirtiendo en adulto, que examina de
manera constante lo adecuado de los motivos y acciones. Los niños que aprenden
cómo regular esas pulsiones contrarias desarrollan la virtud del propósito, el
valor de prever y perseguir metas sin inhibirse demasiado por la culpa o el
temor al castigo (Erikson, 1982).
Género
La
identidad de género, es decir, la conciencia de la feminidad o masculinidad y
sus implicaciones en la sociedad, constituye un aspecto importante del
desarrollo del autoconcepto. ¿Qué tan diferentes son las niñas y los niños
pequeños? ¿Qué ocasiona esas diferencias? ¿Cómo desarrollan los niños la
identidad de género y qué efecto tiene en sus actitudes y su comportamiento?
Diferencias de Género
Entre
las principales diferencias destacan el mejor desempeño motriz de los niños, en
especial después de la pubertad y su propensión, moderadamente mayor, a la
agresión física (Hyde, 2005) a partir de los dos años.
Existen pequeñas diferencias
en capacidades específicas. El desempeño de las niñas suele ser mejor en
pruebas de fluidez verbal, cálculo matemático y memoria de ubicación de
objetos. Los niños suelen desempeñarse mejor en analogías verbales, problemas
matemáticos en palabras y memoria de configuraciones espaciales. En la mayor
parte de los estudios, esas diferencias no surgen sino hasta la escuela
primaria o después (Spelke, 2005). Además, las capacidades matemáticas de los
niños varían más que las de las niñas, y son más los niños en los extremos
superior e inferior del rango de capacidad (Halpern et al., 2007). En la niñez
temprana y de nuevo durante la preadolescencia y la adolescencia, las niñas
suelen usar un lenguaje más sensible, tal como orgullo, acuerdo, reconocimiento
y elaboración de lo que otra persona dijo (Leaper y Smith, 2004)
Las
diferencias de género implican diversidades psicológicas o conductuales entre
hombres y mujeres. Las diferencias mensurables entre los bebés de ambos sexos son
pocas. Aunque algunas diferencias de género adquieren mayor notoriedad después
de los tres años, niños y niñas siguen siendo, en promedio, más parecidos que
diferentes.
Una
vasta evidencia proveniente de muchos estudios sustenta esta hipótesis de las semejanzas
de género. Por lo menos 78% de las diferencias de género son pequeñas o
insignificantes, y algunas, como en la autoestima, cambian con la edad (Hyde,
2005).
PERSPECTIVAS SOBRE EL DESARROLLO DEL
GÉNERO: Los roles de género son las
conductas, intereses, actitudes, habilidades y rasgos de personalidad que una
cultura considera apropiados para los hombres o las mujeres. Todas las
sociedades tienen roles de género.
Desde
una perspectiva histórica, en la mayoría de las culturas se esperaba que las mujeres
dedicaran casi todo su tiempo al cuidado del hogar y de los niños, y que los
hombres fueran los proveedores y protectores. También que fueran dóciles y cariñosas
y que los hombres fueran activos, agresivos y competitivos. En la actualidad,
los roles de género, sobre todo en las culturas occidentales, han alcanzado mayores
grados de diversidad y flexibilidad.
PERSPECTIVAS SOBRE EL DESARROLLO DE GÉNERO
·
Enfoque biológico:
Muchas de las diferencias conductuales entre los sexos pueden explicarse con
base en diferencias biológicas.
·
Enfoque evolutivo: (Charles
Darwin) Los niños desarrollan roles de género en preparación para el
apareamiento y la conducta reproductiva adulta.
·
Enfoque Psicoanalítico:(Sigmund
Freud), Selección sexual natural, Los niños desarrollan roles de género en
preparación para el apareamiento y la conducta reproductiva adulta.
·
Enfoque cognoscitivo
Teoría del desarrollo cognoscitivo: (Lawrence Kohlberg) Una vez que una
criatura aprende que es niño o niña, clasifica por género la información sobre
la conducta y actúa en consecuencia.
·
Teoría del esquema de
género: (Sandra Bem, Carol Lynn Martin y Charles F. Halverson) El niño organiza
la información acerca de lo que se considera apropiado para un niño o una niña
sobre la base de lo que una cultura particular establece y se comporta de acuerdo
a ello. El niño clasifica por género porque la cultura establece que éste es un
esquema importante
·
Teoría cognoscitiva
Social: (Albert Bandura): El niño combina mentalmente observaciones de
conductas de género y crea sus propias variaciones conductuales.
Enfoque evolutivo: Esta perspectiva considera que la conducta de género
tiene una base biológica y un propósito. Desde este punto de vista polémico,
las estrategias de apareamiento y crianza de los hombres y mujeres adultos
subyacen a los roles de género de los niños.
Enfoque psicoanalítico: De acuerdo con Freud, la identificación de Mario ocurrirá
cuando reprima o desista del deseo de poseer al progenitor del sexo opuesto (su
madre) y se identifican con el progenitor del mismo sexo (su padre). Aunque
esta explicación del desarrollo del género es relevante, ha sido difícil
someterla a prueba y es poca la investigación que la sustenta.
Enfoque cognoscitivo: La teoría del desarrollo cognoscitivo de Kohlberg Según
la teoría de Kohlberg el conocimiento de género precede a la conducta de género
(“Soy un niño, de modo que me gusta hacer cosas de niño”). Los niños buscan de
manera activa en su mundo social claves acerca del género. A medida que se dan
cuenta del género al que pertenecen, adoptan las conductas que perciben como
coherentes con ser hombre o mujer. En consecuencia, Sarah, de tres años, prefiere
las muñecas a los camiones porque ve que las niñas juegan con muñecas y por
ende considera que eso es congruente con el hecho de ser niña. También juega
sobre todo con otras niñas, pues supone que compartirán sus intereses (Martin y
Ruble, 2004; Ruble y Martin, 1998).
Enfoque del aprendizaje social: De acuerdo con Walter Mischel (1966), un teórico
tradicional del aprendizaje social, los niños adquieren roles de género al
imitar a los modelos y obtener recompensas por las conductas apropiadas para el
género. Por lo general, los niños eligen modelos que consideran poderosos o
afectuosos. Es común que el modelo sea un padre, a menudo del mismo sexo, pero
los niños también toman como modelo de conducta a otros adultos o pares. La
retroalimentación conductual junto con la enseñanza directa de padres, maestros
y otros adultos refuerza la tipificación de género. Un niño que toma como
modelo a su padre o a otros niños recibe elogios por actuar “como un niño”. Una
niña recibe halagos por un vestido o peinado bonitos. Según este enfoque, la
conducta de género precede al conocimiento de género (“Soy recompensado por
hacer cosas de niño, de modo que debo ser un niño”).
o Influencias de la familia
o Influencias de los pares
o Influencias culturales
JUEGO: EL TRABAJO DE LA NIÑEZ TEMPRANA
El
juego contribuye a consolidar todos los dominios del desarrollo. Por medio del
juego los niños estimulan los sentidos, ejercitan sus músculos, coordinan la
visión con el movimiento, obtienen dominio sobre su cuerpo, toman decisiones y
adquieren nuevas habilidades.
La
categoría más simple, que empieza durante la infancia, es el juego funcional
(llamado también juego locomotor), que consiste en la práctica repetida de movimientos
de los músculos largos, como hacer rodar una pelota (Bjorklund y Pellegrini,
2002). La segunda categoría, el juego constructivo (al que también se le llama
juego con objetos), es el uso de objetos o materiales para construir algo, como
una casa de cubos o hacer un dibujo con crayones. Se estima que los niños
juegan con objetos entre 10 y 15% de su tiempo (Bjorklund y Pellegrini, 2002).
La tercera categoría, el juego dramático (al que también se le denomina juego
de simulación, juego de fantasía o juego imaginativo), implica objetos,
acciones o papeles imaginarios; se basa en la función simbólica, que surge
durante la última parte del segundo año (Piaget, 1962). El juego dramático
implica una combinación de cognición, emoción, lenguaje y conducta sensorio
motora. Puede fortalecer el desarrollo de las conexiones densas en el cerebro,
así como la capacidad posterior para el pensamiento abstracto. Algunos estudios
han descubierto que la calidad del juego dramático se asocia con la competencia
social y lingüística (Bergen, 2002).
Intereses
conductuales especiales
Tres
temas de especial interés para los padres, los cuidadores y los maestros de los
preescolares son la manera de fomentar el altruismo, poner freno a la agresión
y lidiar con los temores que suelen surgir a esta edad.
Conducta prosocial
Los
actos altruistas a menudo implican costos, autosacrificios o riesgos. El
altruismo es el centro de la conducta prosocial, la actividad voluntaria con el
propósito de beneficiar a otro.
Antes
de su segundo cumpleaños, los niños suelen ayudar a otros, compartir
pertenencias y comida, y ofrecer consuelo. Los niños tienen la capacidad cada
vez mayor de imaginar cómo podría sentirse otra persona (Zahn-Waxler,
Radke-Yarrow. Wagner y Chapman, 1992). Las niñas suelen ser más prosociales que
los varones, pero las diferencias son pequeñas.
Los
genes y el ambiente contribuyen a profundizar las diferencias individuales en
la conducta prosocial. Los padres que muestran afecto y utilizan estrategias
disciplinarias positivas suelen alentar la tendencia natural de sus hijos a la
conducta prosocial. Las relaciones con los hermanos proporcionan un importante
escenario para ensayar la generosidad y aprender a considerar el punto de vista
de otra persona.
Agresión.
La
agresión instrumental es la forma más común de violencia en la niñez temprana,
se utiliza la agresión como instrumento para alcanzar una meta. Entre los dos y
medio y los cinco años, es frecuente que los niños peleen por juguetes y el
control del espacio. La agresión flora durante el juego social: los niños que
más pelean suelen ser los más sociables y competentes. En realidad, la
capacidad de demostrar cierto grado de agresión instrumental puede ser un paso
necesario en el desarrollo social.
A
medida que los niños desarrollan más autocontrol y mayor capacidad de
expresarse vía verbal, por lo general pasan de mostrar agresión con golpes a
hacerlo con palabras (Coie y Dodge, 1998). Por lo regular disminuye a medida
que los niños aprenden a pedir lo que quieren.
Diferencias de género en
la agresión.
La
agresión es una excepción a la generalización de que niños y niñas son más
similares que diferentes (Hyde, 2005). Los niños son más agresivos que las
niñas, a nivel físico y verbal Esta diferencia de género se hace patente a los
2 años. Sin embargo, las niñas pueden ser más agresivas de lo que parece. Los
varones manifiestan más la agresión
abierta, que es la agresión física o verbal dirigida explícitamente a su
objetivo. Las niñas aplican la agresión
relacional (social). Este tipo más sutil de agresión tiene el propósito de
dañar o inferir en las relaciones de otra persona, su reputación o su bienestar
psicológico.
Influencias sobre la
agresión.
Los
niños que son muy sentimentales y que tienen poco autocontrol tienden a
expresar su irritación de manera agresiva. Tanto la agresión física como la
social tienen fuentes genéticas y ambientales, pero su influencia relativa
difiere. Algunas de las influencias son las siguientes:
·
Niños
expuestos a cocaína antes del nacimiento.
·
El
apego inseguro y falta de calidez y afecto materno en la infancia.
·
Conducta
manipuladora, como el retiro de amor, hacer sentir culpable al niño o
avergonzarlo.
·
Imitación
de un modelo. Las conductas de los padres ejercen una poderosa influencia en la
agresividad.
Miedo.
Los
temores pasajeros son comunes en la niñez temprana. La mayoría de ellos
desaparece a medida que los niños crecen y pierden su sensación de impotencia.
Los temores de los niños pequeños surgen en buena medida de su intensa vida de
fantasía y de su tendencia a confundir apariencia con realidad.
Los
temores pueden venir de la experiencia personal de lo que escuchan acerca de
las experiencias de otros. Un niño en edad preescolar cuya madre está enferma
en cama puede alterarse por una historia acerca de la muerte de una madre.
Los
padres para ayudar a prevenir pueden inculcarles un sentido de confianza y
cautela normales, no ser sobreprotectores y superar sus propios miedos
infundados. Pueden apoyar a un niño miedoso tranquilizándolo y alentando a la
expresión abierta de los sentimientos.
Relaciones con otros niños.
Aunque
las personas más importantes en el mundo de los niños pequeños son los adultos
que los cuidan, las relaciones con los hermanos y con los compañeros de huego
adquieren gran importancia en la niñez temprana.
Relaciones entre hermanos.
Las
disputas entre hermanos se relacionan con los derechos de propiedad. Aunque los
adultos exasperados no siempre lo ven de esta manera, las disputas entre
hermanos y su solución pueden ser oportunidades de socialización para que los
niños aprendan a defender los principios y a negociar los desacuerdos. La calidad de relaciones entre hermanos
tiende a transferirse a las relaciones con otros niños.
A
pesar de la frecuencia del conflicto, la rivalidad entre hermanos no es el
patrón principal entre ellos al inicio de la vida. El afecto, el interés, la
compañía y la influencia también son comunes en esas relaciones.
El hijo único.
En
logros ocupacionales y educativos, así como en inteligencia verbal, el
desempeño de los hijos únicos es ligeramente mejor que el de los niños con
hermanos. Suelen tener mayor motivación de logro. Tal vez a esos niños les va mejor porque, en
congruencia con la teoría evolutiva, los padres que disponen de tiempo y
recursos limitados concentran más atención en los hijos únicos, les hablan más,
hacen más cosas con ellos y esperan más de ellos que los padres con más de un
hijo.
Reflejan
la mayor atención, estimulación, esperanzas y expectativas con que colman los padres
a un bebé que saben que será el primero y el último.
Compañeros de juego y
amigos.
Las
amistades se forman a medida que la gente se desarrolla. Los niños pequeños
juegan al lado o cerca del otro, pero sólo empiezan a tener amigos a los tres
años. Los niños pequeños aprenden a llevarse bien con otros por medio de las
amistades e interacciones con compañeros casuales de juego. Entienden que para
tener amigos hay que ser un amigo. Aprenden a resolver problemas en las
relaciones y a ponerse en el lugar de otra persona, y ven modelos de varios
tipos de conducta. Aprenden valores morales y normas de los roles de género y,
además, practican roles adultos.
A
los niños en edad preescolar por lo regular les gusta jugar con niños del mismo
sexo y edad. Los que tienen experiencias positivas frecuentes entre sí tienen
más probabilidad de hacerse amigos.